OJO CON EL CORAZÓN
No, no es nada malo, todo lo contrario, a mi modo de ver muy bueno. Pues
bien, los científicos e investigadores vienen descubriendo con mucha objetividad
que el corazón tiene su propio cerebro y aquí llamo a la reflexión: porque
cualquiera de ustedes han tenido
experiencias hermosas con aquellas personas con las que se pueden comunicar a través del corazón, con aquellas
personas que hacen parte de nuestro
mundo real, soñador y fantástico.
Por eso quizás no vuelva hablar de telepatía sino de comunicación a través
del corazón. Ese órgano fuerte en ocasiones, débil en otras pero que cuando
quiere o ama se comunica de una manera casi qué extraña y espectacular.
Se dice popularmente que el corazón manda al pensamiento, que este, el
pensamiento, siempre pierde la pelea con el corazón y eso es verdad; el
pensamiento tiene límites el corazón no.
El pensamiento se puede dominar, al corazón no. El pensamiento es
razonable, el corazón a veces no. El pensamiento dice no más, el corazón
desobedece al pensamiento, entonces es cuando más vamos a pensar en esas
personas en esas situaciones en esos sueños o en ese mundo que se construyó.
Pero también, cuando el corazón dice no más es no más, por más que el
pensamiento quiera traer recuerdos pretéritos, el corazón las rechaza y olvida.
Esas manifestaciones se dan en todo
sentido, en la medida en que uno esté más compenetrado con esa persona, más
percibe sus pensamientos malos o buenos mucho antes que nos lo diga, ya sea
para reír, alegrarse o parar sufrir.
El celebro puede morir y la persona seguir con vida, pero cuando el corazón
deja de latir que puede ser una manera de manifestar lo que siente y piensa, no
hay alternativa, solo hay una despedida y es para siempre, así mismo cuando
deja amar. Piénselo, volveremos más tarde con este tema tan fascinante.
Un anécdota: Tengo una relaciones familiares estupenda, pues bien la esposa
de mi primo hermano, una mujer extraordinaria, que sigo queriendo con todo el
corazón, siempre presentía cuando yo iba a llegar a Ciudad donde vivía, después de una larga ausencia, pues bien me
guardaba la alimentación para cuando yo llegara sin antes decir que ese día yo
iba a estar presente. No acababa de decirlo cuando yo estaba tocando el timbre,
esto era tan real que mi pariente e hijas, lo confirmaban. No les parece una
situación maravillosa.